Educar desde la interculturalidad

 

Educar desde la interculturalidad es responder a la pregunta del otro. Es una manera de reivindicar el papel del maestro que enseña, sacando al otro de la indiferencia y provocándole interés y gusto por su propio aprendizaje. No hay educación si no se responde al otro de manera concreta y singular: acogiéndolo, reconociéndolo e incluyendo aspectos éticos y de acompañamiento; entendiendo su diferencia y sus necesidades y su contexto particular (Baena & Cardona, 2021).



La educación intercultural, es  una  perspectiva  holística  e  inclusiva  que  parte  del  respeto  y  la  valoración  de  la  diversidad  cultural,  busca  reformar  la  escuela  como  totalidad,  fomentando  la  equidad  educativa  y  superando  problemáticas  como el racismo, discriminación y exclusión, fortaleciendo  la  comunicación  y  las  competencias  interculturales,  proyectándose  al  cambio  social,  fundamentado en principio de justicia (Echeverria, et al., 2021).


La  educación  Intercultural  supone,  primero,  que  los  maestros debemos posicionarnos ante una forma de  asumir,  organizar  y  orientar  las  acciones  pedagógicas encaminadas a gestionar la existencia, en un  mismo  espacio  y  tiempo,  de  contenidos  culturales  mestizos,  pertenecientes  a  diferentes  culturas (Echeverria, et al., 2021).


Con los aportes de la interculturalidad crítica se pueden formar estudiantes  críticos,  analíticos,  sensibles  al  contexto  social  y  político  en  el  que  se  desenvuelven.

De acuerdo con Rodriguez y colaboradores (2019), este tipo de conexiones interculturales enriquecen la propia docencia, proyectos llevados a cabo o incluso el establecimiento de nuevos proyectos con personas de todo el mundo e investigaciones, partiendo de comunidades creadas previamente o de sujetos individuales que suben sus aportaciones para difundir su trabajo y contribuir al intercambio de conocimiento. Por tanto, es esencial el establecimiento de una mayor interacción entre diversas culturas a través de redes sociales para el trabajo académico e intercambio de experiencias con personas de diferentes instituciones del mundo. Incidimos, pues, en la necesidad de mejorar esta habilidad si queremos promover docentes comprometidos con la globalidad de la educación, y poder constituir un elemento esencial para contribuir al desarrollo de la digiculturalidad. 


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